lunes, 10 de octubre de 2011

RESEÑA DE HACHAZO DE METRÓNOMO POR PEDRO CRENES CASTRO (LA BIBLIOTECA IMAGINARIA)

Del tiempo, de sus giros, de sus variaciones, de sus esclavitudes, déficits y exuberancias: de eso nos habla Luis Vea García (Barcelona, 1966) en “Hachazo de metrónomo” (Islavaria Ediciones, 2011), título que desde que lo leí evoca para mí la imagen de una mujer de cabellos largos y morenos, vestida de blanco, con un hacha en las manos dispuesta sin dramatismos ni ferocidades a propinar el corte violento y necesario a nuestro discurrir por esta existencia.


Un poemario nítido, que en su forma lineal (no tiene partes, simplemente se suceden los poemas) narra también el paso del tiempo y que en su devenir estético de imágenes inventaría los elementos que conforman lo que llamamos paso del tiempo.


Pero no sólo se queda en la superficie en ese inventario: el catálogo de sensaciones que suscita el paso del tiempo, su deseo de retenerlo, la resignación al perderlo, el deseo de recuperarlo, dotan a este poemario de una intensidad luminosa en su tristeza última.


Luis Vea observa y apunta. A la lenta caída hacia putrefacción que somos en potencia nada más nacer (“Sobre la lápida”) se suma el tránsito lento de la existencia perseguida por la serena mujer del hacha (“Breviario” encierra para mí la nítida oscuridad del poemario) y a esta el sufrir los recuerdos (“Silentes”), el sabernos pasto en nuestra final estancia (“Seremos pasto”), lo irrefrenable del paso del tiempo (“Gradaciones”)… El recorrido sensorial por “el paso del tiempo” es total, profundo y preciso.


Belleza también hay en este recorrido. Los colores y texturas de “Luna roja sobre Viena" son soberbios. La hermosura de “Skyline de Barcelona” esconde una reivindicación y una vindicación de lo sencillo y cotidiano ante el paso del tiempo.


Me fascinan especialmente los poemas relativos al recuerdo y la memoria. “Sin flores no hay recuerdos” me emociona especialmente. El ritmo fúnebre, de últimas gaitas, agita los sentidos. “Noche y olvido” encierra alguna luz, es reivindicativo, asoman en él algunas “briznas de esperanza”.


Luego está la figura del metrónomo, máquina que mide el tiempo y que también indica los compases musicales. Luis Vea García ilumina este artilugio y lo eleva a la categoría de metáfora, lo convierte en figura que ilustra el irse del tiempo, que nos acompasa la canción de la vida que desde la cuna a la mortaja todos somos. No es casual que la forma del metrónomo sea triangular como suelen ser las cabezas de un hacha.


Si lugar a dudas estamos ante un poemario que requiere más visitas, que ha de actuar en el lector como acompañamiento profético a las sensaciones que el vertiginoso y acompasado paso del tiempo nos deparará.


Al final del poemario (“Agonía, fuga y principio”), vislumbres de vuelta al comienzo que nos arranca una sonrisa esperanzada: “Mas torna y principia”. Justo lo que debemos hacer luego de leídos los poemas de este “Hachazo de metrónomo” del cual no nos recuperaremos, del cual saldremos heridos de literatura, heridos de belleza por mucho que el tiempo se nos venga encima.


Pedro Crenes Castro

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