sábado, 18 de febrero de 2012

TEXTO DE LA PRESENTACIÓN EN BARCELONA DE HACHAZO DE METRÓNOMO POR INMA ARRABAL


Metrónomo: Instrumento para indicar la velocidad a la que debe interpretarse un fragmento musical, o también podríamos utilizar otra definición. Aparato empleado en pedagogía musical que produce un sonido parecido al de la marcha de un reloj. Sirve para indicar el tiempo de una composición musical a la velocidad adecuada.
Hacha: Herramienta cortante.
Hachazo: Golpe dado con el hacha.

Creo que el título del libro está muy bien elegido, al menos eso pienso después de leer los poemas de Luis. “Poemas atormentados que buscan rebuscar (valga la redundancia) en las entrañas del tiempo.” Esas fueron las palabras que utilizó al dedicarme su libro.
Y sí, son poemas atormentados, porque el autor se siente impotente ante el paso del tiempo y no sólo ante el paso del tiempo sino también al desgaste, a la erosión, a la degradación a la que se ve sometido el ser humano con el transcurso de los años. El sentimiento de impotencia ante ese hecho, imposible de evitar, le causa inquietud y dolor. Y creo que es entonces cuando en el poeta surge la necesidad de comunicar, de plasmar ese dolor, esa obsesión, esa impotencia, en el papel.
Aunque sobre la vida, la muerte, el paso del tiempo y otros temas como el dolor, la angustia etc. pueda parecer que está todo dicho y que son temas tópicos y recurrentes, el escritor debe encontrar formas diferentes de tratarlos. Luis con estos poemas “atormentados” lo consigue, y por suerte para nosotros los lectores aficionados a la poesía, así surge Hachazo de metrónomo.
Me gustaría que esta presentación fuese algo divertido, pero eso es imposible, porque creo que la lectura de estos poemas, nos lleva a una profunda reflexión sobre la vida y la muerte, pero no sólo a eso, si no también al desgaste, al deterioro que el paso del tiempo ocasiona en el ser humano.
Y como Luis dice:
“No se puede hablar con sentido de la belleza sin haber visto antes el horror. Una y otro forman parte del mismo universo. Hablar del horror es también hablar de la belleza. De la no belleza, para ser exactos. Por eso no se puede pasar por la vida simplemente describiendo las formas de las nubes. El escritor también es un testigo del horror y como tal debe describirlo.”
Yo comparto esta idea. Ni a él ni a mí “nos parece creíble la creación que atemporalmente se olvida de todo lo que ocurre.”
Así pues voy a intentar explicaros que el lenguaje es mucho más que una simple información, más que una simple comunicación. La palabra (como dice un filólogo al que admiro mucho, Alfonso Levy) es “dar la parte espiritual que uno tiene. El alma de uno, tal vez, sería esa palabra.” ¿Por qué os digo esto? Pues porque la importancia de esta presentación, para mí y puedo asegurar que también para Luis, no reside tanto en que os podamos decir algo muy brillante o muy profundo. La importancia está en que no queremos renunciar a la calidez de la palabra como una comunicación superior, aunque sólo preguntemos: “¿estás cómodo en esa butaca?”. La importancia está pues en que necesitamos utilizar las palabras para que el corazón de otras personas se nos acerque. Por ejemplo, ¿no os pasa a veces que leemos algún libro cuyo texto es un texto grave, hondo, un texto muy dramático y sin embargo después de leerlo y a pesar de su dramatismo, uno se siente como mejorado, como muy bien, como mejor persona después de haberlo leído. ¿Por qué sucede esto? Porque a aquello que nos atemorizaba, que nos preocupaba, que nos daba miedo, hemos conseguido darle una forma, una realidad a la que podemos mirar a los ojos, a la que podemos dirigirnos y aceptarla. Entonces ha dejado de ser un fantasma. (Alfonso Levy / filólogo).
Y eso es lo que me gustaría conseguir con lo que estoy diciendo. Sé que Luis quiere lograr que Hachazo de metrónomo nos abra una puerta hacia la realidad de esos temas que nos angustian y preocupan y que él describe tan bien en sus poemas. Y sé que lo conseguirá porque ha puesto en ellos no sólo su intimidad sino también esa parte espiritual de la que os hablaba y que podría ser su alma.
Bien, imaginemos que el ser humano es una composición musical y su corazón un metrónomo que va marcando con sus latidos el tiempo que nos corresponde vivir. Todos tenemos un “tiempo” que transcurrirá a la “velocidad” adecuada para cada quien y que se parará en el momento justo, ni un segundo antes ni un segundo después. Y todos somos conscientes de que esto sucederá. El golpe del hacha cae sobre nosotros y el metrónomo, inevitablemente, se para.
Hay una cita de Emile Cioran, y que a mi me dio pie para escribir una novela. La cita dice así:
“Mi misión en la vida es matar el tiempo y la de éste, a su vez, matarme a mí.” Es evidente que las dos cosas se conseguirán en el mismo instante.
Me parece que Luis, al escribir este primer libro de poemas, que seguro no será el último, se ha convertido ya en un “METRÓMANO” , o sea en una persona que siente la necesidad de expresarse con poemas, aunque me consta que es una persona capaz de expresarse también por otros medios. Pero ha escrito este libro movido por un tema que le preocupa cada vez más. Que nos preocupa a todos o por lo menos que nos da que pensar, como es el paso de los años y el desgaste que esto nos supone. Y ese paso de los años nos preocupa quizá por la imposibilidad de parar el tiempo o retrasarlo. Como ya he dicho antes este tema le preocupa a Luis y lo expone de un modo certero y afilado. En algunos momentos seco y tajante, como el golpe producido por el hacha, en un segundo, al caer sobre su víctima.
Antonio Jiménez  Paz, poeta, y buen amigo de Luis y mío, es quien ha hecho el prólogo de este libro, un prólogo imposible de mejorar, Antonio ha sabido “llegar” perfectamente a Luis a través de los poemas, lo ha “calado”, ha visto su obsesión por el transcurrir del tiempo, y sobre todo, vuelvo a repetir, por esa pérdida de facultades que la vejez ocasiona en el ser humano.
Jiménez Paz cita a Marguerite Yourcenar. Esta autora compara esa pérdida de facultades del ser humano con el desgaste y la erosión a que se ve sometida una estatua al aire libre. Yo creo que aún es más cruel y más rápido el desgaste que sufre el ser humano. Vale como comparación, pero me parece que la estatua no sufre. Bueno en realidad no estoy segura…
Así pues, las personas nos vemos empujadas hacia delante, sin más posibilidad que enfrentar los avatares que la vida nos presenta, sufriendo los desgastes paulatinos que inevitablemente nos conducirán hacia la destrucción, hacia ese hachazo, ese golpe de “gracia” final que significa llegar a la muerte. Final de nuestro tiempo. No hay más.
Cito unos versos míos, y los cito ahora porque creo que expresan en un cierto aspecto algo de lo que Luis Vea nos ha querido transmitir con sus poemas y que dicen:
“ NACE UN NIÑO Y TODOS LO CELEBRAN, ¿ACASO NO SABEMOS QUE NACE PARA MORIR UN POCO CADA DÍA…?”
He podido ver claramente esto en su poema: Sobre la lápida, (pág.49) y que quizá es uno de los que más me han impresionado por su sinceridad y su crudeza.
Citaría también otros dos:
Ausencia de metrónomo, en el que se puede advertir el principio de una falta de fe o simplemente una decepción, una desconfianza y una resistencia a aceptar los designios divinos, o los efectos de la naturaleza. (Pág. 41)        
Una carrera al tiempo, aquí nos habla de la impotencia de no poder ganarle al tiempo. Todo es inútil y además agravado por no saber el momento en que el hachazo se producirá. (Pág.42 y 43).
Gracias.

Inma Arrabal

1 comentario:

  1. ¡Gracias, Luis! por poner estas palabras mías aquí.
    Y gracias por escribir "Hachazo de metrónomo", ya que su lectura me ha proporcionado muchos momentos de reflexión y la posibilidad, a través de tus poemas, de conocerte un poco mejor. Un abrazo.

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